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Cuando el teléfono no te vigilaba y EEUU pidió permiso para espiarnos

Un repaso por el archivo: el diálogo con el funcionario argentino a quien EEUU le golpeó la puerta para espiar llamadas telefónicas. Una entrevista de 2013 realizada por el actual director de Memo, Gabriel Conte.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

En 2013 un trabajo periodístico que encabezó un equipo dirigido por el autor de esta nota halló el dato y reveló entonces que un funcionario del gobierno de Fernando de la Rúa, Henoch Aguiar, fue "tentado" por un agente estadounidense para que se le permitiera instalar un sistema de espionaje de las llamadas telefónicas.

Según indicó el exfuncionario y experto en Telecomunicaciones, él aludió a cuestiones "soberanas" de la Argentina y dio por terminado el incidente.

Pero poco después se conoció que más allá de su pequeño acto heroico Estados Unidos espió igual.

Lo sucedido pasó cuando todo parecía solo una teoría conspiranoica y nadie se imaginaba que los teléfonos nos miran y escuchan, y que los dejamos hacerlo.

La nota fue la siguiente:

La paranoia puede volverse una epidemia. Antes lo era, en todo caso, la posibilidad de que los vecinos miraran por detrás de la cortina de su casa. Hoy hay cámaras por todos lados, redes sociales, tarjetas magnéticas y teléfonos por todos lados.

La sensación de estar siendo mirados por todos, se torna una tortura de tal dimensión, que por muchos puede ser interpretados como un mito, una exageración.

Sin embargo, como nunca antes, datos de todos quienes usamos teléfono, navegamos por Internet, tenemos una cuenta en el banco o pagamos impuestos están disponibles y, en muchos casos (como sucede en la Argentina) si no fuera de control, poco controlados.

Pero la situación no es nueva y no siempre será una empresa que tquiere vender un seguro o una tarjeta de crédito la que obtenga tus datos.

De chusmas y espías

El exsecretario de Comunicaciones de la Nación y abogado experto en el tema, Henoch Aguiar, nos reveló una anécdota que le tocó vivir como funcionario y que deja en claro el creciente interés de alguien (en este caso la inteligencia estadounidense) por conocer de qué hablan otros.

Como "corta, pero interesante" calificó Aguiar su conversación con una enigmática "persona vinculada a los servicios de inteligencia estadounidenses" en 2001. Sucedió en Buenos Aires y en momentos en que Aguiar era el máximo (y único) responsable del área que controlaba las comunicaciones en el país.

El sujeto le propuso, de movida, "poner a disposición de la Argentina, por mi intermedio, una tecnología capaz de detectar palabras claves, en varios niveles de detección y posterior acción, a través de las llamadas telefónicas".

En síntesis: pretendía intervenir las comunicaciones de todo el país para sus propósitos.

- ¿Recuerda quién era?

- Nunca tuve el nombre real y, si lo tuve, la verdad es que no me acuerdo. Se identificó como una persona de alto rango de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, pero quién sabe.

- ¿Cómo fue que un funcionario argentino se sentó a comer con una persona que no conocía y que resultó llevar ese tipo de propuestas?

- Es normal. Siempre venía gente con proyectos e ideas y uno tenía cierta obligación de escucharlos a todos, aunque después no pasara nada. En este caso, fue recomendado por un empresario con fuertes vínculos con Estados Unidos. Me dijo que esta persona quería hablar conmigo de un tema vinculado a las comunicaciones y acepté. Pero la verdad, si una cosa así hubiese sido seria, calculo que se tendría que haber planteado vía embajada. Este no fue el caso.

- ¿Cuál fue su reacción ante el planteo?

- Lo interrumpí de inmediato. Le dije que me parecía interesantísimo, pero que había un "pequeño problemita de soberanía". Ese tipo de situaciones la Constitución las reserva para el país y no para otras naciones.

Aguiar dijo entonces no ser experto en legislación norteamericana, pero estaba prácticamente convencido de que el uso de esas tecnologías ni siquiera estaba permitido en EEUU cuando el funcionario de aquel país lo entrevistó. "Lo sé por la polémica que se originó en 2003, ante el planteo de John Pointdexter para contar con ese tipo de tecnología en su país, que creo, de paso, que no prosperó", relató.

Pointdexter fue asistente militar de Ronald Reagan y Consejero Nacional de Seguridad. El secretario de Defensa Donald Rumsfeld lo nombró director de la Oficina de Proyectos de Investigación Avanzada del Pentágono. Desde allí organizó el programa "Total Information Awareness" (Total Conocimiento de la Información), una base de datos de todos los ciudadanos, con información sobre tarjetas de crédito y transacciones a través de Internet.

De eso hablaba el espía que habló con Aguiar, en definitiva.

- ¿Reportó el caso a sus superiores?

- Es que era yo la máxima autoridad en la materia y fue tan solo una anécdota.

- ¿... Pero a la SIDE, al Presidente...?

- La verdad es que jamás se lo llegué a plantear a (Carlos) Becerra (el titular dela SIDE luego de Fernando De Santibáñez). Calculo que mi interlocutor pudo haber intentado avanzar por otro lugar y no pudo. Lo saqué corriendo en forma instantánea.

- ¿Y algún gobierno u algún otro funcionario del suyo pudo haberle dado espacio?

- Yo estoy convencido que no. Hubiera requerido un nivel de intervención del estado para el que no está estaba ni está preparado.

Aguiar sostiene que "hoy en día, ese nivel de desarrollo y reconocimiento de voz, junto con el abaratamiento de las memorias informáticas, permite un tratamiento instantáneo. De todos modos, requeriría una inversión importante, pero no es imposible pensarlo por los resultados que les otorgaría a los que podrían estar interesados en aplicarlo".

Un mundo lleno de voces y de oídos

Hipervigilados. A veces con éxito, con alguna finalidad, y muchísimas más "al boleo" y torpemente. Así estamos. Aguiar contextualiza aquella anécdota trayendo la insólita oferta que recibió a un escenario del presente: "China -dice- desde otro lugar, está haciendo algo muy parecido al bloquear el acceso desde Internet a determinadas palabras que no quiere que sean encontradas por quienes navegan dentro de su territorio".

Ofrece un dato interesante cuando señala que "las conversaciones de teléfono son mucho menos que las que se producen por Internet". Y agrega que Estados Unidos y China "están haciendo un control ionformático de las comunicaciones".

En este punto evaluó que "así como la informática puede darle un protagonismo fundamental a los ciudadanos y generar escenarios de transparencia informativa, también puede atentar contra esos mismos ciudadanos. Esa es la tendencia debido a la falta de conciencia en torno a qué implica estar hipercomunicado y confiando tantos datos personales".

Gran Hermano nacional y popular

Henoch Aguiar, experto y exfuncionario, en un diálogo de 2013.

- ¿Cómo funciona el control de datos en la Argentina?

- No sé qué pasa en la práctica. Lo que si sé es que tenemos una ley de protección de datos personales que nació a fines del milenio pasado y que sólamente se focaliza en los datos financieros, los bancarios, que son los mayores usuarios de datos. Hoy en día, si analizamos el tráfico de información en el mundo, el principal administrador y registrador de bases de datos es el Estado: vacunas, escolarización, gastos, lecturas; desde la AFIP tiene acceso a tus cuentas bancarias. Está en condiciones de vigilar todo.

- ¿Pero utiliza esos datos?

- A un Estado que cada vez tiene más información de los ciudadanos le hace falta una legislación que regule su acceso y que no pueda controlar o manipularlos.

- ¿Quién regula?

- El gran problema es que tenemos un Estado con gran acceso de información, pero no hay nada que lo regule. La ley de bases de datos está manejada por un director nacional. Un asunto de semejante importancia debería formar parte de las tareas específicas de un órgano independiente, integrado por la sociedad, auditado, que pueda filtrar el tráfico de información por parte del Estado. Eso no lo puede hacer un funcionario de quinto rango, como ocurre ahora, con subsecretarios, secretarios, ministros y demás por encima de su poder de decisión. Este es un debate muy fuerte que tenemos que dar.

- ¿Cuál es su principal conclusión frente a semejante difusión de datos?

- Hasta Obama ha tenido serias dificultades para desarrollar medidas de control, como sucedió con la Ley SOPA. La tentación de espiar siempre está presente.

Tuuuu tuuuu tuuuu...

"Lo más importante es la información con la que ya cuenta el Estado. Tiene toda nuestra información económica y en Buenos Aires con la tarjeta SUBE pueden ver por dónde te desplazás", explicó Aguiar.

E insistió en este punto: "Hoy en día la administración pública es muy amplia, tiene mucha información, datos personales que poseen un muy bajo nivel de protección. Todo eso, por falta de una legislación adecuada".

En definitiva, sostiene, "se está actuando por inercia" y "la regulación debe avanzar lo más posible".

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