Perspectivas

Tras coquetear con líderes del capitalismo, Fernández se exhibe con todo lo contrario

¿Cómo se autopercibe el Frente de Todos en este momento? Tras buscar con fruición fotos del presidente con líderes del mundo capitalista, cierran la campaña con dos mandatarios que simbolizan todo lo contrario.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La llegada de Rafael Correa para acompañar la presentación de un libro sobre el golpe de Estado contra Evo Morales ("Evo: Operación Rescate. Una trama geopolítica en 365 días", de Alfredo Serrano Mancilla), representa una jugada fuerte en el tramo final de una campaña electoral en Argentina que se ha nacionalizado en las provincias y en la que se moviliza a la ciudadanía a votar por "K o anti K".

Esto es así, más allá de los esfuerzos del Frente de Todos por "peronizar" al gabinete nacional, después de las duras peleas internas, y en la que si bien Cristina Kirchner no ha cedido un ápice de su poder, que es mayoritario, sí ha aceptado quitarle el cotillón cristinista/kirchnerista al gobierno, atento a que la gente lo repudió en las Primarias (PASO).

Pasando en limpio: el Frente de Todos se muestra o quiere mostrarse como una opción peronista clásica y está claro que se alejó en tiempo y forma de todo lo que lo vinculara en las escenas de su propaganda electoral al chavismo, al que ama en silencio.

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En ese marco es que Fernández pugnó por fotografiarse con cuanto líder del mundo capitalista tuvo oportunidad de cruzarse tanto en la reunión del G20 en Roma como en la Cumbre sobre el Cambio Climático de la ONU en Glasgow. Pudo hacerlo porque, más allá de lo que diga un día y niegue el otro en la vida doméstica del peronismo y la ensalada política argentina, tenía carnet de presidente y podía chocarse con muchos famosos pares del mundo.

Pero ahora hay un escenario fuertemente contrario a lo construido en Europa. Fernández dilapida (valga este término) el capital acumulado en las dos cumbres, para cambiarlo por una figurita vieja y fuera de circulación, de esas que ya no tienen en qué álbum ser pegadas: Evo Morales es un símbolo y ya fue superado por Luis Arce, el actual presidente de Bolivia que tiene su propio bagaje de ideas y proyectos, que no son anticapitalistas, y el ecutoriano Correa, que viene de sostener la dolarización de su país cuando ejerció el poder y de perder las elecciones a manos de un pueblo que optó por un presidente liberal y la continuidad del libre mercado y aliados que no son los que el dirigente de izquierda preferiría.

En este marco, será una incógnita cómo repercutirá en la ciudadanía este recálculo justo en estas fechas, con un presidente que pone el guiñe a la derecha y amague con virar a la izquierda para que, finalmente, seguir por caminos no explorados del todo.

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Nadie ha explicado aun qué quiso decir el líder del Grupo de Puebla, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, al que Fernández, Lula, Dilma Rousseff, Pepe Mujica, Marco Enriquez-Ominami y otros adhieren, cuando adjudicó "al neoliberalismo" las luchas por los derechos humanos, las políticas de género y otras banderas de la progresía. De más está decir que se manifestó en contra de los denominados "nuevos derechos".

No se sabe si es un cambio de libreto ante el fracaso del Socialismo del Siglo 21 (tal como lo sentenciara en una entrevista con Memo su creador, el alemán Heinz Dieterich) o un gesto de desesperación para distraer a los electorados que ya no los tienen en su agenda como líderes revolucionarios, porque confirmaron que no lo son, simplemente.

No será menor la repercusión de esta nueva foto, pero no hay ingenuidades entre los que ejercen el poder. probablemente se trate más de torpeza, error de cálculo o simplemente exceso de autoconfianza (también llamada "soberbia").

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