Una mirada ausente ante los verdaderos problemas
"Necesitamos líderes que actúen de acuerdo a lo que la sociedad demanda y necesita. Necesitamos que nuestras autoridades dirijan la mirada hacia donde nos encontramos los ciudadanos", dice Daniel Ariosto en esta nota.
La Unión Comercial e Industrial de Mendoza, UCIM, lo ha mencionado en muchas oportunidades: La clase política vive una realidad que da la impresión de estar divorciada del resto de la sociedad.
El clima que vivió previo a presentar las listas a las elecciones PASO y la incipiente campaña que ya están comenzando, lo evidencia de manera dramática. Cabe aclarar que estamos hablando de elecciones primarias que se realizarán en setiembre, lo que asombra aún más.
Mientras la sociedad se encuentra viviendo lo que será, seguramente, una de las peores crisis integrales de su historia, encontramos a funcionarios y representantes de partidos peleando por colectoras, lugares en las listas, listas sábanas, espacios ganables, sub listas, presentaciones judiciales y desde ahora, buscarán mostrar fallas y "sacar la ropa sucia".
Para solo dar un panorama de nuestra sociedad, tanto a nivel nacional como provincial, los ciudadanos nos enfrentamos cotidianamente a:
Inflación: El Índice de Precios al Consumidor subió 3,2% mensual y 50,2% interanual, acumulando un alza de 25,3% en lo que va del año.
Pobreza: Una verdadera tragedia y vergüenza que alcanza ya al 50% de los argentinos y los especialistas en este tema entienden que ese valor con el nivel de inflación seguirá creciendo
Empresas que cierran o se van: Un número similar al de muertos por covid, son el número de comercios que han cerrado, por citar un ejemplo y muchos que continúan cerrados y que probablemente no volverán a abrir. Se entiende que esto afecta al empleo, el cierre aproximado de 100.000 negocios, trae como consecuencia una fuerte cantidad de trabajadores que se quedaron sin su empleo, sin saber qué hacer ni a dónde ir. ¿Qué destino les aguarda a ellos y a sus familias? A modo de ejemplo el laboratorio estadounidense Eli Lilly se retiró del país el 30 de julio y más de 100 trabajadores acaban de perder su fuente laboral, con todo lo que esto significa.
Dólar imparable: El dólar blue llegó la semana pasada a $180 para la compra y $177 para la venta manteniendo una brecha respecto al dólar oficial el 87% respecto del dólar oficial mayorista y del 77 % sobre el dólar oficial minorista, según lo informado por el Banco Nación (https://www.cronista.com/finanzas-mercados/dolar-blue-hoy-a-cuanto-cotiza-jueves-29-julio-2021/ ). .
Muertos por pandemia: Según cifras oficiales, ya superamos los 105.000 muertos víctimas del covid.
Pérdida del poder adquisitivo: La clase trabajadora se encuentra entrampada en una pérdida constante del poder adquisitivo de los salarios, cuya recomposición frente a la inflación es totalmente entendible y justa. Frente a esto, nos encontramos con un sector empresario con gran parte de su actividad diezmada por la pandemia y en crisis económica. Con una suba constante de sus costos de explotación que ve muy dificultada de hacer ajustes salariales que demandan, con absoluta justificación. Y con una presión Impositiva que no cede.
Inseguridad creciente: Debido al foco puesto en la pandemia, estos índices no se miden, desde hace mucho tiempo.
Vacunación lenta, incompleta y poco abarcativa: Después de 11 meses, la ministra de Salud Carla Vizzotti confirmó que se llegó a un acuerdo con el laboratorio norteamericano Pfizer para la compra de 20 millones de dosis. No hay explicación del porqué de un atraso tan importante y que contribuyó lamentablemente, a la cantidad de fallecidos por covid. Además está la preocupación con los vacunados con Sputnik que no tienen garantizada su segunda dosis y solo 6.352.840 vacunados con segunda dosis. Es todo desorden en el sistema de vacunación. En este aspecto nuestro país figura último en un ranking de 53 países para estar después de la normalización tras las medidas por la pandemia. Dicho ranking fue elaborado por la empresa Bloomberg.
Crisis social y psicológica por la pérdida de derechos: angustia, depresión y ansiedad son enfermedades que apenas están asomando como resultado de más de un año de encierro y prohibiciones.
Incertidumbre y cambio constante de las reglas de juego: un combo que logra que las inversiones no lleguen y las que existen, traten de dejar la actividad y el país.
Y una educación en crisis y personal de la salud mal pago y una larga lista de etcéteras.
Ante el estrés que significa la lucha diaria por sobrevivir, no solo evitando el covid sino por la dura realidad económica, contemplamos la pelea por sostener el poder o acceder a puestos a un estado inmenso, costosísimo y en la mayoría de las áreas, ineficiente.
Es de conocimiento de todos que para crecer, un país debe generar riqueza. Es también indudable que la riqueza sólo la genera la actividad privada. Estas verdades, evidentes, parecen no interesarle a la clase política.
También es cierto que el estado se sostiene gracias al aporte de los ciudadanos que pagan impuestos para su existencia y es el responsable final de todas estas políticas que nos llevan al abismo.
Si los contribuyentes se quedan sin trabajo, cierran sus empresas o venden menos, ese estado va a contar cada vez con menos ingresos y ante la imposibilidad de tomar crédito y continuar endeudándose, deberá en algún momento, achicarse y volverse más eficiente.
Necesitamos, por un lado, cada vez más personal de la salud, más docentes y más personal de seguridad mejor pagos y por el otro lado, menos asesores, punteros y funcionarios de privilegio, si queremos sacar adelante al país.
Es lógico. El dinero que se gasta mal se le está quitando a sectores, que parecen invisibles pero que esta pandemia, ha dejado al descubierto
Por el otro lado, es indispensable mantener un ecosistema económico en funcionamiento, convertirnos en un país pro empresa, cuidar a grandes y medianas y pequeñas industrias, comercios y agencias de servicios, para que puedan sobrevivir y apenas superada la pandemia, implementar un sistema impositivo serio y accesible, comenzar a funcionar a pleno, con medidas que alienten y fortalezcan la productividad y el desarrollo.
Las elecciones son importantes. No podemos concebir una sociedad sin democracia, pero aunque estamos ocupados en sobrevivir no nos pasa desapercibido el interés, las prioridades y las mezquindades de una clase política que parece no estar a la altura de las gravísimas circunstancias que atravesamos.
Estamos a tiempo de recapacitar, de ser mejores. De que los excelentes profesionales, especialistas y gestores (que se están yendo del país, lamentablemente por no ver un futuro claro y promisorio) piensen y proyecten cómo va a ser el día después de la pandemia.
Necesitamos líderes que actúen de acuerdo a lo que la sociedad demanda y necesita. Necesitamos que nuestras autoridades dirijan la mirada hacia donde nos encontramos los ciudadanos.
No perdemos las esperanzas de que eso suceda.
EL AUTOR. Daniel Ariosto es el presidente de la UCIM.