Murió Tamara Kamenszain: leé 6 de sus poemas
Kamenszain estudió filosofía, trabajó desde muy joven en periodismo para después dedicarse a la enseñanza de la literatura y a partir de sus libros de poesía traducidos a distintas lenguas es considerada una de las voces que influyeron sobre las nuevas generaciones de poetas.
La poeta, ensayista, docente, bibliotecaria, periodista y editora Tamara Kamenszain, autora de una obra singular y diversa que incluye títulos como "La boca del testimonio", "Una intimidad inofensiva" y "El libro de Tamar", murió hoy a los 74 años en la ciudad de Buenos Aires como consecuencia de un cáncer, según informaron allegados a su familia.Kamenszain estudió filosofía, trabajó desde muy joven en periodismo para después dedicarse a la enseñanza de la literatura y a partir de sus libros de poesía traducidos a distintas lenguas es considerada una de las voces que influyeron sobre las nuevas generaciones de poetas.En el territorio versátil de la escritura, la autora dejó potentes libros de poemas como "La novela de la poesía" -que reúne en un solo tomo sus diez libros dedicados al género y ensayos como "El texto silencioso", "La edad de la poesía" y "La boca del testimonio". Y también se animó a la novela: lo hizo en 2018 con "El libro de Tamar", un híbrido entre texto autobiográfico y novela, en 2018 que arranca cuando encuentra un poema escrito y dedicado por su exmarido Héctor Libertella durante el proceso de separación.El libro, que por estos días está siendo adaptado por la realizadora Analía Couceyro para el cine, es una crónica del desamor, un relato sentimental de encuentros y desencuentros con el escritor que tuvo como origen los cinco versos que Libertella deslizó bajo la puerta de la poeta tras su separación. Habían estado casados veinte años, eran padres de dos hijos y habían compartido lecturas y proyectos, pero mientras ella esperaba una nota que demostrara que la reconciliación era posible, se topó con unos versos en los que su exmarido jugaba con las seis letras de su nombre, "Tamara", "Tamar amar", "Trama mar".Uno de sus últimos libros publicados fue "Libros chiquitos", donde compendia desde autores que la impulsaron a escribir, clases que le mostraron nuevas formas de lectura y escritores que la ayudaron a ampliar los sentidos de su oficio como periodista o bibliotecaria en distintos momentos de su vida."La gente en general suele acercarse a leer poesía cuando tiene que digerir alguna situación límite, si no, le suelen huir y dicen que no la entienden. Lo mismo para quien escribe poesía: se dice que los mejores poemas suelen tener que ver con muertes cercanas, grandes pérdidas, como si uno encontrara en el reservorio del género algo más directo para decir. Ahí las metáforas caen, dejan de ser artificios y se pliegan a lo real", sostuvo en diálogo con Télam a propósito de la publicación del libro, que forma parte de la colección Lectores de la editorial Ampersand.Hace unas semanas, la escritora había dado a conocer también "Chicas suspendidas" (Eterna cadencia), una obra en la que a través de una voz que entremezcla la narrativa, poesía y ensayo traza una semblanza de los lugares en disputa dentro del terreno poético y algunas posturas que quedaron obsoletas en el camino hacia la belleza estética.A lo largo de su carrera, Kamenszain recibió reconocimientos como el Konex de Platino en 2014, el Premio de la Crítica de la Feria del Libro, el Primer Premio de Poesía Festival de la Lira, el Primer Premio Municipal de Ensayo, la beca de la Fundación John Simon Guggenheim y la Medalla de Honor Pablo Neruda del Gobierno de Chile.Fue fundadora y asesora general de la Licenciatura en Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
Seis poemas de Tamara Kamenszain
Soñé con Arturo Carreraes un amigo de mi generación literariame susurraba en italiano palabras al oídoera excitante.Usted puede viajar a Italia a ver si ahí encuentra el amorinterpreta la analista buscando que acabela novela de mi vida para que por fin empiecesu realidad.Arturo no era Arturo porque nuncaen los sueños los que vemos son los que vimosy de mi generación literaria el pasado me imponecomplicidades guiños contraseñasque los que no estuvieron ahínunca entenderán.Eso me obliga a hacer siempre el mismo recorrido:psicoanálisis, literatura, teoría, política...y aunque muchos jóvenes se fascinen con nuestra épocaes un hecho que nosotrostenemos la cabeza quemada.Tal vez sea esta:con un gesto doméstico de camisetas impresas -YO ESTUVE AHÍ-132 estudiantes mexicanos en YouTubedesafían a un candidato a presidente que los ninguneólanzando esa fuerza de choque inesperadaque hace decir a Margo Glantz desde su Twitter:"Yo soy 133".En primera persona también me sumoquiero salvar con ellos algo de mi propia juventudalgo que el pasado escanee para míun entusiasmo de grupo un nosotros naíf o salvajeque me permita creer que alguna vez me colépor los agujeros de las voces ajenaspara encontrarme feliz y contentacon el eco de la mía.Esto no lo conté nunca a ninguno de los analistas:en el colegio primario judío veíamos todos los añosla misma película de los campos de concentración naziesa donde unos cadáveres vivos cavan la fosadespués tiran adentro los huesitos de sus muertosy después todavía son obligadosa empujarse a sí mismos suicidados por otrosque los fusilan para que de tan livianos caigansin comerla ni beberla.No sé pero todavía hoy cuando un taxista dicealgo sobre los judíos me callono vaya a ser que por el espejo retrovisor descubraque yo también estoy al borde de esa fosa.Por eso no opino por eso me escondodetrás de la primera persona.Pero la fiesta engaña porque hay otra línea que sin embargode nuevo es la misma:veinticuatro horas y ya pasamos al 2013.Varios cambiaron hoy su foto de perfil y eso le gusta a Facebookporque es bueno contestar a la pregunta íntimacon una imagen pública.Si pudiera escribir como quien cambia su perfil subiríaunos versos de mi primer libro y los haría pasar como actuales.Eso contestaría a la pregunta de cómo me siento:"una piba", diría mi mamá.Pero mis hijos me privan de hacerlosi digito la contraseña las iniciales de ellosme dejan entrar sólo a mi propia edad y eso me devuelvea los límites del poema-libro."Escupamos quieres realmente/ sobre aquello que/ hemos amado"dicen unos versos de Louis Aragonque repetíamos a los 20 como un mantra.Usted se desenamoró del amor repite ahora mi analistacomo diciendo vuelva a ilusionarse vuelva a creerque el asma tiene cura porque si nono va a poder curarse de la poesía no va a poder lograr por finalguna inspiración.Yo a esta altura de mi vidame siento obligada a ser claraaunque nada ni nadie me lo pida.En un poema de 1986 me puse oscurapara decir algo que ahoradiría de otra manera.Transcribo parte de ese poema con el único finde poder usar de nuevo sin avergonzarmela palabra sujeta:"Se interna sigilosa la sujetaen su revés, y una ficción fabricacuando se sueña".Para mí lo urgente a esa edad eragraduarme de mí misma retenercomo diploma de adulta mi nombre propioen una celda impersonal.Para eso tuve que recurrir a la tercera personacomo si en verdad los sueños de la otralos pudiera descifrar Tamara.Tamara KamenszainEl libro de los divanesAdriana Hidalgo, 2014.