La fórmula radical: renovación y horizontalidad
La diputada nacional Claudia Najul ofrece en este articulo su punto de vista sobre la "maduración" de la UCR, su partido, dentro de Juntos por el Cambio y considera que la gestión en Mendoza es "un modelo".
Esta semana se cerraron las alianzas electorales para las primarias de septiembre y las generales de noviembre. El próximo 24 de julio vence el plazo para la presentación de las listas de precandidatos y comienza formalmente la campaña.
Hay una diferencia sustancial entre 2021 y los comicios anteriores: el radicalismo viene de un período de franco crecimiento y maduración.
Estamos preparados para consolidar en las urnas un proceso que renovó nuestras expectativas al interior de Juntos por el Cambio y en cada punto del país. La oferta política argentina desde 2015 se desarrolla en un guion cuyas primeras líneas escribió la UCR en Gualeguaychú.
Dejamos atrás miedos y prejuicios para ponernos a la altura de lo que reclamaba una sociedad harta, que veía cómo el populismo avanzaba y le quitaba competitividad y transparencia al sistema.
Hoy tenemos un modelo de coaliciones que abarca casi la totalidad del electorado nacional. El trabajo de Alfredo Cornejo en la conducción del partido -este es su cuarto año al frente del Comité Nacional- es una extensión de lo que hizo en Mendoza como gobernador.
Pragmático y alejado de los dogmas que paralizan, moldeó al partido para que respondiera con eficiencia a lo que pide la Argentina de hoy. Una fortaleza histórica del radicalismo es justamente esa: ser una fuerza política de su tiempo, consciente de los desafíos de cada momento, sensible a lo que sucede en las calles, dispuesto a aprender y a enriquecer su mensaje.
Sin descuidar el rol opositor, que ejercemos con responsabilidad y pasión en el Congreso Nacional y en todos los ámbitos, Cornejo abrió las puertas del partido a quienes vieron en nosotros un espacio democrático y competitivo para 2021 y 2023. Junto a las autoridades provinciales de cada distrito pensamos de qué manera podemos representar mejor a los vecinos.
Ese ida y vuelta se percibe en el compromiso de los jóvenes y de las minorías que no encuentran respuestas en otro lado.
Saben que el partido de Alem, Yrigoyen y Alfonsín está de pie y con aspiraciones reales de transformar la Argentina. Las recientes incorporaciones de Facundo Manes en la Provincia de Buenos Aires y de Martín Tetaz en la Ciudad son los mejores del escenario que describo.
No vienen a levantar a un partido, sino a trabajar a un barco que tiene un rumbo muy claro y una tripulación que trabaja a destajo para cumplir los objetivos. Está formándose una amalgama muy prometedora entre la experiencia y los nuevos liderazgos, donde la educación, el conocimiento en todas sus facetas y la innovación son pilares fundamentales.
La unidad es un valor innegociable en Juntos por el Cambio. Tenemos diferencias, por supuesto, pero sabremos resolverlas con diálogo y honestidad. Del Frente de Todos -resquebrajado por las internas y las ambiciones individuales- nos separa la visión de país y los medios para lograrla: estamos convencidos que la democracia siempre será parte de la solución y no un escollo a sortear para acumular poder.
Desde allí sostenemos nuestras ideas, no vamos a ceder jamás nuestra convicción republicana; el equilibrio del sistema y la participación de la sociedad son baluartes que no estamos a dispuestos a negociar. La continuidad que el radicalismo y el espacio Cambia Mendoza consiguieron en la provincia cuyana es el espejo para construir una alternativa a nivel nacional.
Es la prueba viva de cómo la austeridad y la creatividad en el manejo de los recursos públicos, junto a la participación de la sociedad, pueden cambiar la historia después de años de improvisación y desidia en el gobierno.
Primero Cornejo y ahora Suárez (con una gestión ordenada, previsible y eficaz de la pandemia) le dan forma a un modelo mendocino que, sin duda alguna, es de exportación.