Insólito abandono argentino a los nuevos varados en el exterior
Una vez más una medida intempestiva del Gobierno que quiere mostrarse dinámico en forma tardía frente a la pandemia pone en práctica un fuerte prejuicio ideológico contra los argentinos que salen del país, al dejarlos sin ayuda y afuera de su patria. ¿Es solo una medida sanitaria?
La posición del gobierno nacional de cerrar las fronteras a buenas y primeras, con la supuesta intención de evitar el ingreso de nuevas cepas de coronavirus covid-19, ignoró y menospreció por completo el hecho de que miles de argentinos se encontraban en el exterior haciendo uso de la libertad de circulación que la Constitución les garantiza. De golpe, cuando se acabó su tarea en el exterior, por el motivo que fuera (placer, estudio, trabajo) muchos no pueden volver y la última decisión del Gobierno es no solo dejarlos fuera de las fronteras de su propio país, sino no asistirlos.
Es imposible desconectar esta actitud de otras, como fue el cierre de las alternativas de conexión aérea dentro y fuera del país. La parálisis de habitantes que no se pueden mover con facilidad dentro y fuera del país debe llamar la atención porque, al mirar el mapa mundial de vuelos y circulación de las personas, la Argentina representa un caso excepcional, tanto en la contundencia de sus medidas como en la gestión de la pandemia.
El último decreto firmado por el presidente Alberto Fernández determinó que el cupo de ingreso diario se reduzca de 2000 a 600 pasajeros, lo que obligó a las aerolíneas a reprogramar los vuelos y a los argentinos que querían volver al país a reorganizar su vida en el exterior.
Hay argumentos que sostienen la posición del Gobierno y es que hubo reiterados avisos públicos por parte de los funcionarios del Gobierno recomendándole a la gente que no salga del país y les advirtió que en algún momento podían existir medidas restrictivas que compliquen su regreso. Por otro lado, exaltan que hay una declaración jurada que cada pasajero firma al viajar en la que asume el riesgo de que haya cambios en el plan estipulado.
"La salida del país implicará la aceptación y asunción de las consecuencias sanitarias, legales y económicas derivadas de la misma y del eventual reingreso a la Argentina, luego del cuál deberá darse cumplimiento a las condiciones impuesta por la autoridad sanitaria nacional y someterse al control de las autoridades provinciales, municipales y de la Ciudad de Buenos Aires", dice la declaración jurada que todo aquel que sale del país firma desde el 25 de diciembre de 2020.
Según se informó en las últimas horas, el Gobierno no hará gestiones para repatriarlos ni los asistirá económicamente. Tampoco les facilitará la logística para que puedan estar más cómodos en la espera que les toque llevar adelante. Los que quedaron varados en el exterior deberán esperar a que las aerolíneas les den opciones para volver al país y se tendrán que pagar los costos que les genere esa demora.
De tal modo, los que se encontraron en el exterior con la intempestiva decisión del gobierno argentino solo quedan librados a la solidaridad de argentinos en el exterior, que han iniciado una campaña para alojar a los argentinos varados y que no tengan recursos para sostenerse en el exterior.
Desde el Gobierno se minimiza la situación, con una fuerte dosis de desprecio hacia quien sale del país, lo que representa una actitud cultural peligrosa desde lo ideológico que se vuelve práctica y que no es un tema menor: se trata de la libertad de circulación.
Por ello, desde la oposición se destaca que el mismo ímpetu que tienen las autoridades para tomar decisiones repentinas y graves deberían haberla tenido para gestionar vacunas diversas, aplicarlas a quienes correspondía, evitar su uso partidario e hisopar a mayor cantidad de gente por día para atajar y evitar los efectos de la pandemia con mejor calidad que como se o ha hecho.
Ahora, miles de argentinos quedan fuera del filtro que permite entrar solo a 600 personas por día a un país con más de 40 millones de habitantes que, además de argentinos, se siente y son parte del mundo.