Hoy no me felicites, hablemos de patriarcado
Un día como hoy es preciso y necesario hablar de patriarcado, esa palabra que tanto incomoda, que tanto molesta, y claro, que tanto fastidia.
A riesgo de que esta sea una recitación cuestionada por su título, que por el solo hecho de leer esa palabra más de uno se sienta ofendido, me atreveré a expresar algunas ideas que, al menos a mí, me inquietan bastante; comenzaré a quitarles vuestro miedo y definiré que es el patriarcado, e intentaré dar un concepto claro, porque quizás a partir de esta definición podamos empezar a entender de que hablamos las unas y las otras.
El famoso patriarcado es un sistema de poderío institucionalizado que brega por la subordinación e invisibilización de las mujeres con respecto a los varones, estableciendo así una situación de desigualdad estructural sustentada en la pertenencia a determinado "sexo biológico" que asigna roles y comportamientos, algo así como "lo impuesto y normalizado" dependiendo de la genitalidad con la que vinimos al mundo.
Un día como hoy es preciso y necesario hablar de patriarcado, esa palabra que tanto incomoda, que tanto molesta, y claro, que tanto fastidia, porque sucede que lo que se intenta hacer es que no se hable de tal cosa, porque aún, en el año 2021, parece solo un término asociado a ciertos colectivos, y no es más ni menos que una construcción arraigada para algunos, y, para ser más precisa funciona como el sofá de los vetustos, de los fanáticos del statu quo, de aquellos que siempre encontraran un marco lógico ante las aberraciones de las que las mujeres día a día somos víctimas. En esta lógica claramente la subalternidad de la mujer respecto del varón, el sometimiento serían lo necesario, serían lo normal, la norma impuesta, y por supuesto en honor a estos parámetros, todo fuera de las normas de este sistema cultural es lo anormal, lo contravencional, y ya no habría más que discutir, pero -felizmente- hay quienes de manera disruptiva, hace varios años, vienen cuestionándolo, al punto de dejar sus vidas en este camino de emancipación porque no aceptaron que la mujer haya sido colocada en ese lugar de fragilidad, en ese lugar maternal, de cuidadora y princesita de su casa, para convertirnos en sujetas fuertes, políticas, empoderadas, preparadas para discutirlo todo y con una gran capacidad de organización colectiva para derribar este modelo impuesto.
Y está claro que no insistiré con que el patriarcado afecta tanto a hombres como a mujeres, porque aquí el problema son los hombres, pero si reconocemos el problema, hay que resolverlo, ¿cómo? Ya sé, algunos van a decir, yo jamás le he levantado la mano a mi pareja, pero yo empezaría a desatar esta madeja por preguntar, ¿La última juntada de amigos que tuviste, cuando hablaron de ella y su cuerpo, te reíste? ¿Agregaste algún calificativo? ¿Te reíste cuando tu amigo contaba el chiste de la mujer y su lugar en la cocina? ¿Tuviste el valor de frenar a tu amigo que insultó a su pareja o maltrató a su mamá? Sería interesante el autodiagnóstico.
Para dar más claridad al asunto, asistimos a cifras alarmantes, una mujer muerta en manos de un varón cada 20 horas en nuestro país, si señores, cada 20 horas, está claro que algo está fallando, y lo sabemos y lo decimos, pero parece que no quieren oír, ¿Qué será que está pasando? ¿Será que la justicia está cada vez más ineficiente? ¿Será que los órganos legislativos no están a la altura? ¿Será que el poder ejecutivo no da respuestas? La respuesta a todos estos interrogantes la encontraran en la definición esbozada en el primer párrafo de la presente lectura.
Es por esto que con la lucha organizada y colectiva insistiremos hasta el cansancio, porque siempre aparecerá alguna consigna que tienda a pormenorizar la situación que atraviesan las mujeres en nombre y a expensas del patriarcado. Porque vemos que las tareas de cuidado no son equitativas, porque siempre la variable de ajuste de todas las crisis son las mujeres, porque en los barrios las mujeres están al frente de la organización popular, porque la economía informal tiene rosto de mujer, porque la explotación es sobre nuestros cuerpos.
Exigimos nuestra libertad de goce, del deseo, libertad de nuestros propios cuerpos, porque nos quieren disciplinar para mantener lo impuesto, para no perder privilegios, para no reconocer nuestros derechos, porque si no funciona "por las buenas" el patriarcado disciplinador funciona "por las malas", porque esa creencia de subalternidad de las mujeres nos viola, nos mata, nos quema, nos descuartiza y nos desecha en un contenedor de basura tal y como nos coloca el patriarcado en la sociedad, y quien quiera oír que oiga, y quien no sepa que no lo sentimos porque aquí no nos callamos más.
Desde hace años el movimiento de mujeres y la asamblea de mujeres, niñas, adolescentes, lesbianas, travestis, trans y no binaries a lo largo y ancho de nuestro país, paramos y salimos a las calles, y exigimos justicia, responsabilizamos al Estado por la recrudecida violencia de la que somos víctimas, por la explotación a la que nos somete este sistema capitalista que es patriarcal y nos ubica ultimas en el acceso a derechos de toda índole, porque el Estado nos violenta no solo con su indiferencia, sino con un presupuesto insuficiente.
Cuando cumpla un año más de vida, quizás sea el momento de felicitarme, pues seré una sobreviviente de este sistema que me oprime, me violenta, me desaparece y me mata. ¿Parezco dolida? ¿Parezco enojada? lo estoy, lo estamos, por eso ahora que estamos juntas, y ahora que si nos ven, derribaremos este sistema que está mal, muy mal.
Un día como hoy, no me felicites, solo con tu incomodidad y reflexión me alcanza.
MALVINA RICHARD
PRESIDENTA FUNDACIÓN COINCIDIR