El Congreso ratificó la victoria de Biden y Trump aceptó su derrota, pero no los resultados

La certificación de los 306 electores para Biden, anunciada por el vicepresidente Mike Pence, sella oficialmente la próxima presidencia del demócrata y cierra la última opción legal de Trump para evitar el cambio de gobierno.

A pocos días de la fecha fijada para el recambio presidencial, el 20 de enero, y tras sendos rechazos a objeciones a los resultados electorales en Arizona y Pensilvania presentadas por congresistas republicanos, ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos certificaron finalmente la victoria de Biden la madrugada de este 7 de enero, en lo que se convirtió en la primera transición no pacífica desde la Guerra Civil estadounidense.

La certificación de los 306 electores para Biden, anunciada por el vicepresidente Mike Pence, sella oficialmente la próxima presidencia del demócrata y cierra la última opción legal de Trump para evitar el cambio de gobierno.

Pocos minutos después de la certificación, la oficina de Trump publicó un comunicado afirmando que habrá "una transición pacífica" el próximo 20 de enero. Esta vez reinó la formalidad, porque tras la violencia de ayer y las incitaciones del mandatario, fueron suspendidas sus cuentas en las redes sociales, en un hecho inédito.

Poco antes de que empezara la ceremonia, Trump salió a dar un discurso a sus seguidores. Dijo que "jamás" reconocería la victoria de Biden y pidió a las masas que marcharan sobre el Capitolio para dejar clara su postura. Y esto fue lo que hicieron. Menos de dos horas después, con la ceremonia parlamentaria en curso, varios cientos de trumpistas chocaban con los antidisturbios y saltaban las protecciones del complejo.

Se cuentan cuatro muertes como consecuencia de la violencia.

Manifestantes en atuendo paramilitar, armados hasta los dientes o incluso con vestimenta tribal circularon por los pasillos del Congreso, se sentaron en las oficinas de los líderes electos, pusieron sus botas encimas de las mesas y algunos incluso pudieron salir por donde habían venido, encantados de fotografiarse con los documentos oficiales que habían robado.

El presidente electo, Joe Biden, denunció un "asalto sin precedentes" al sistema democrático. "Eso no es disidencia, es desorden. Es caos. Bordea la sedición", declaró, y acusó a Trump de haber incitado la violencia con sus palabras.

Los congresistas, que habían sido evacuados, volvieron a sus puestos una vez se despejaron las instalaciones, avanzada la tarde. Tanto los líderes demócratas como los republicanos prometieron acabar lo que habían empezado y fueron desfilando por los pasillos saturados de agentes armados hasta arriba. "Volvamos al trabajo", dijo el vicepresidente Mike Pence, que esa misma mañana declaró por carta, contrariamente a lo que alegaba Trump, que como presidente del Senado solo podía reconocer los votos electorales. No reemplazarlos por otros favorables a Trump.

Sobre las diez de la noche, hora local, el Senado votó en contra del intento de subvertir los resultados de Arizona. Solo seis senadores, de la docena prevista, entre ellos Ted Cruz y Josh Hawley, mantuvieron su promesa de objetar a la elección de Biden. La otra mitad de los rebeldes se lo pensó dos veces y dio marcha atrás. Horas antes habían estado a pocos pasos de la violencia, provocada por lo que para el jefe republicano de la cámara, Mitch McConnell, había sido una "insurrección fallida".

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