Imagine Dragons en Chile: cobertura especial
La banda se presentó en Santiago de Chile como parte de su gira Loom World Tour. Resta este jueves en Argentina y luego cuatro fechas en Brasil. El reporte de María Laura Rombolí.
Hay mucha historia en la banda y particularmente en su mentor y cantante Dan Reynolds. También hay una especie de comunión entre quienes siguen a Imagine Dragons, y es la música -siempre la música- el hilo rojo que teje estos encuentros.
Imagine Dragons está en un buen momento (otra vez) y, con esta gira, la oportunidad de acercarse a sus fans y que ellos puedan conocerlos y agradecerles las canciones parece ser motivo suficiente para esta ruta. Lo cierto es que no es la primera vez que pisan América del Sur, pero sí esta vez siendo absolutos protagonistas del cuento.
El Estadio Monumental en Chile comenzó desde temprano a recibir familias: padres con hijos de entre 8 y 12 años como la foto de un público de amplio espectro generacional. Primera particularidad de la banda, y es que llega a todas las edades, como si lo importante fuese el momento en que alguien escuchó su música, defendiendo la bandera de que nunca es tarde para recibir su mensaje.
La segunda seña es justamente el mensaje: ID tiene épica y esperanza en su música y sus letras. Los demonios con los que lucha su cantante -quien ha hecho pública su depresión desde muy chico- son desafíos permanentes, no solo para él, sino para quien haga suyas esas estrofas.
Sin embargo, y acá una nota diferente, la energía del público fue sorprendentemente discreta. Por momentos parecía que estábamos en "modo avión", como si la emoción se hubiese quedado sin señal.
El sonido, impecable y nítido, permitió disfrutar de un show que no llegó a las dos horas, con una puesta en escena potente y visualmente impactante. El espectáculo contó con pantallas laterales, un detalle que mejoró la experiencia de quienes estaban en los extremos de la tribuna.
Otra de las señas es precisamente su cantante, quien se caracteriza por un físico que intenta todo el tiempo distraer a los fáciles de recrear la vista. Un rubio grandote que apareció envuelto en la bandera -en este caso chilena- y con un par de modismos aprendidos para usar durante la velada. Sí, el clásico "Chi chi chi, le le le" lo hizo sonar demasiadas veces. Un acto de bienvenida y de demostrar que estaba a gusto, algo exagerado y un poco meloso.
Pasaron sus canciones, casi todas muy conocidas, de una forma prolija y muy rápidamente. No se quedó quieto un segundo, y para los que apostaron a verlo por las pantallas, el cantante desaparecía a cada momento; mientras que, para aquellos que invirtieron un dinero, fue bien aprovechado, ya que paseó por una pasarela tanto arriba como abajo del escenario, lo que permitió saludarlo y hasta tocarlo.
Imagine Dragons suena bien, su música hace bien, y quizás ese sea el mejor tesoro del que deberá alimentarse siempre para sumar adeptos, seguir creciendo y buscar dejar una huella fuerte en un mundo de tinieblas que, entre dragones de carne y hueso, cada vez tiene menos imaginación.
PH: DGMedios/ Andie Borie